Lavatorio, oficio de espuma.

Imagen de Dishcraft Robotics

¿Qué tanto he pensado mi oficio? Con esta pregunta trato de explicarme el rol de escritor de teatro. No el rol de todos los escritores, pero al menos el mío. El ejercicio de Lavaplatos, puede orientarme. Esto, porque creo que soy un buen Lavaplatos. Entiéndase que considerarse bueno o malo en una actividad determinada es resultado de la puesta en valor de muchos factores. Aquí, para los fines expuestos, elijo la operación del simulacro, considerando que mi campo, como escritor de ficción, es el virtual, ¡Alerta! No lo virtual informático, que hoy inunda las discusiones sobre y a través de la pantalla digital. Sino más bien, pensando lo virtual como la interrupción del fluir continúo de nuestro cotidiano. Algo propio de las artes, según Susanne Langer* (con quien estoy totalmente de acuerdo).

En la simulación de un oficio poco atendido, por decir lo menos, el lavado de platos y la contemplación de su excelencia, me hace pensar estrategias como la comparación con otras personas cuando lavan tazas, cucharas y demás. Me atrevo a señalar que esta categoría de excelencia, a la que declaro pertenecer, podría incluirme en la selección nacional de Lavaplatos. Me arriesgo en la ociosa, pero feliz idea de disputar, los peruanos, la semifinal mundial de este torneo, sin problemas. Por supuesto, será muy difícil llegar a una oportunidad parecida para comprobar mi hipótesis. En parte porque no creo que haya ánimo de otros posibles seleccionados nacionales y porque dudo profundamente que país alguno, motive dicha competencia. La empresa privada, vuelve a tener una oportunidad frente al abandono estatal.

Interrumpo mi relato. Esta industria imaginada, competitiva y aún inexistente, me empuja a pensar en lo técnico. Recordemos que comenzamos este simulacro pensando en dramaturgia y al calor de este plan, la voluntad de mis palabras es lúdica y siempre ayuda a la lúcida organización de comportamiento en torno a la tecnificación.

1.- Conocer el orden de proceso (al menos «un orden»)
Antes de todo… mojar todo. Apenas sucias las cosas, echarles agua para evitar que la suciedad se pegue. Este ordenamiento también alcanza lo espacial: lugar del lavado, de la espera (lo aún sucio) y del enjuague. Ramificamos la operación en la naturaleza de las cosas: tazas, cubiertos, vasos, plástico, vidrio, porcelana, etc. Hasta aquí, las probabilidades de ser captado por un equipo de «Lavaplatos» de la primera división, son óptimas.

Haciendo el cruce con la escritura teatral, el orden del proceso oscila entre el procedimiento y las imágenes. Por ambas puertas se llega al «concepto nuevo» en el que también hay imágenes y procedimientos. Las imágenes son la crisis del concepto estable, lo que los sentidos, señalan contra su voluntad. Las imágenes alertan los sentidos y estos se congregan como hormigas alrededor del grano de azúcar caído. El procedimiento es la contraseña invisible, el pacto secreto que organiza la lúdica para capturar imágenes, para producirlas y conservarlas. Debe ser invisible a los sentidos de quien no pertenezca a la tribu. El orden pues, es personal.

2.- Sospechar de posibles trabas y abandonarlas.

Lo lavado sirve para próximo uso, aunque ese uso futuro no sea el habitual. Lo lavado podría ser guardado en la alacena y esperar hasta la siguiente navidad para ese uso futuro y aún no resuelto. En ambos casos, el objetivo es quitar la suciedad. Dejar limpio para que otro, que quizá no conozca, pueda usarlo sin mayor riesgo. Sabiendo esto, puedo sospechar de una esponja rota, de un lavajillas defectuoso, de agua sucia, o de un lugar no seco ni limpio para que el enjuague pueda darse. Mis sospechas me enfocan en resolver primero estas trabas para efectuar mi tarea. Mientras no se resuelvan, no se lava. Y por un momento se abandonará la tarea específica del lavado. la teoría del abandono puede aplicarse también a platos rotos. A estas honduras de la vida, usted como Lavaplato, podría pensar en ser capitán del Club que lo convocó.

Para fines dramatúrgicos, la equivalencia de la operación abandono a tiempo puede garantizar el ritmo que impide la traba. El desapego está muy cerca de ese estado anímico al que señalamos como inspiración. ¡Segunda alerta! Quiero dejar en claro, que con «desapego» me refiero a «no tomárselo tan en serio». Me refiero a huir del fantasma del bloqueo faltándole el respeto con trucos propios de las convenciones que la escena propone. Este desapego vuelve a ayudarnos en la re lectura personal y la compartida, cuya piedad no conoce favoritos al momento de re escribir. El maestro Mauricio Kartún** lo sugiere de este modo: «Escribir en gloria, corregir en humillación».

3.- Pensarse en el tiempo (el problema es el tiempo).

Explico esto, así: «estoy apurado o estoy relajado». En cualquiera de las dos situaciones, la técnica necesaria, deberá garantizar que las cosas queden limpias. Listas para próximo uso. No habría mayor lío de no ser porque no es lo mismo lavar utensilios con caramelo que tazas con cocoa, ollas de asado, frituras, menestras… La solución técnica de este problema dependerá del tiempo disponible para resolverlo. Si la selección nacional de Lavaplatos aún no lo han fichado, quédese en paz. Aún hay tiempo. Usted siga entrenando.

Pienso el tiempo de la escritura, mediada entre el trabajo remunerado y el ocio artístico. Hay en el medio de estas veredas, detalles para evitar los caminos lineales que confunden por su legibilidad. Hay de todo y mi pensamiento parece aconsejarle a usted que cruce la calle a riesgo de ser atropellado. No me haga caso, siga su vereda. No hay selección nacional. ¡Alerta tres! Es poco recomendable que el arte sea nacional. Siga su camino y abra los ojos. Escuche, que hay también regalos que otorgan el diálogo, los géneros y las estructuras. Piedras preciosas bajo el barro.

Sabrá comprender que estas similitudes de Lavaplatos frente al dramaturgo son mías y antojadizas. No piensan lo nacional más que en el ejercicio vano del deporte envidiado. Si hubiera utilidad, esta sería la esperanza de pensar nuevamente una actividad que ocurre en la trastienda. Siempre con los mismos elementos aunque en nuevos modelos y aromas innovadores. Materiales extraños que van del ornamento al goce del diseño. La esperanza de que este oficio de lo provisorio pueda permitirse múltiples usos para los que vengan.

KLR

*Susanne Langer (1895 – 1985) Filósofa, escritora y educadora estadounidense.
** Mauricio Kartun (1946-) dramaturgo, teórico y director de teatro argentino.
*** La imagen corresponde al robot lavaplatos de Dishcraft Robotics. No di con el autor.

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